Las escondidas


El juego consistía en esconderse. Alguien contaba hasta cien y los demás se ocultaban en algún un lugar para permanecer allí mientras eran buscados. Y el objetivo era llegar a “picar” antes de ser descubiertos…

Ella escuchó la llave ingresando en la cerradura del departamento húmedo de llanto. Y buscó desesperada un lugar donde esconderse. Sabía que él encontraría un motivo, como siempre, para descargar contra ella las propias frustraciones. 
Baño, cocina y un único ambiente conformaban la geografía de ese micro mundo en el cual habitaban. No había muchos lugares donde meterse y decidió salir al pequeño balcón donde estaba el lavarropas.
Lo escuchó entrar y llamarla. Los pasos de él recorrieron veloces el lugar y se oían cada vez más apurados. Ansiosos. Violentos. 
El corazón de ella latía muy rápido e intentaba contener la respiración para no ser descubierta.
Uno, dos, tres, cuatro…
Contaba los segundos, esperando llegar a cien y que ser descubierta resultase un juego de niños.
Treinta y ocho, treinta y nueve…
Él gritaba. Golpeaba los pocos muebles que desnudaban los ambientes.
Ochenta y siete, ochenta y ocho…
Ella temblaba. Como cada vez que él llegaba tarde, se sentía aterrorizada por lo que iba a suceder. Ella, como tantas, sabía que no había vuelta atrás. Ya no tenía fuerzas para luchar y él no iba a cambiar.
Noventa y dos, noventa y tres…
La puerta corrediza del balconcito se abrió de golpe. Ella no lo escuchó. En su mente solo habitaba su propio conteo.
Noventa y nueve… cien.
Mientras caía hacia la vereda, solo esperaba escuchar a su amiga “picar” para todos los compañeros…

relato seleccionado para el Blog literario "El Narratorio"  
ANTOLOGÍA LITERARIA DIGITAL NRO. 24 FEBRER0 2018 


Comentarios

Carlos Pastor ha dicho que…
Como te dije por Facebook, leí "Las escondidas", pero ¿qué decirte..? Es fuerte y... doloroso, hoy te puse "interesante". Siento que el tema no se escribe "porque sí", que pueden ser recuerdos tuyo, o de seres cercanos... tal vez si fuésemos amigos daría para una charla y compartir por qué escribimos lo que escribimos. Lamentablemente no siguen las reuniones del GLA, y yo no voy a reuniones literarias, como para que la cosa se de. Pero trataré de aunque sea decirte "- leí lo tuyo, te entiendo, en nuestras venas corre la misma tinta -"
Adriana Salinardi ha dicho que…
Gracias Carlos por tu comentario. Viste como es escribir... una noticia acerca de la violencia doméstica me generó inquietud e hice catarsis a través de este texto. Un maestro me enseñó que uno debe poder escribir acerca de cualquier tema. ¡Hasta policiales escribí gracias a él! Como humanos tenemos dentro lo bueno y también lo malo. Jamás sufrí violencia ni de niña ni en la adultez. Pero surgieron estas líneas como relato de ese instante último en una joven imaginaria que podría ser cualquier mujer... Y allí quedó... Para una antología próxima de Tahiel nos pidieron material con contenido social... entre otros, ahí estará Las escondidas... Espero haber podido responderte Carlos. Yo nunca pude ir a las reuniones del GLA. Vivo en Saladillo y no viajo muy seguido a capital. ¡Un abrazo y gracias por tu comentario!
Unknown ha dicho que…
Me encantó...dulcificás con tus palabras una violencia horrorosa.Ale Amaya
Adriana Salinardi ha dicho que…
¡Gracias Ale! ¡Qué bueno que sea así!
Anónimo ha dicho que…
felicitaciones ale de doy mucha santifacion por esto soy mauro como hago para llamarte
Unknown ha dicho que…
La vida nos atraviesa. La nuestra, la de conocidos, desconocidos, y nos convoca a expresarnos. En breves palabras resumiste el límite, la deseperación, la soledad del silencio, silencio... Trucos de desesperación.. esconderse y el pica resultó en tragedia.el dolor de tantos sujetos, el temor, el falso poder de un otro ..la co.plejidad de la trama humana.. muy bueno 👏👏👏
Adriana Salinardi ha dicho que…
¡Gracias Ceci por tus palabras!
Anónimo ha dicho que…
Hola Adri soy Gloria, se me rompió el celu, mañana lo voy a buscar, besoo amiga, no sabía cómo ubicarte

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