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Mostrando entradas de 2018

Cambio de perspectiva

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¿Qué sentirá el árbol solitario con sus pies enterrados  y sus ramas que se elevan como brazos, quizás, en plegaria? ¿Soñará con dejar su terruño y emigrar como sus amigas, las aves? Las aves lo visitan, y mientras descansan, le describen sus viajes, los paisajes increíbles y agraciados que recorren, los infinitos amigos que dejan por donde sea que van. Refieren coloridos cielos y dorados campos, gigantes rocosos y océanos profundos y enigmáticos. El árbol escucha y se siente desolado.   En las noches de tormenta, recurre a la fuerza del viento e intenta levantar sus pies para correr a esos lugares que imaginó tantas veces.  Pero no puede escapar.  Ese lugar es su prisión. ¿Por qué le tocó ese destino? Quiere ser ave, no árbol. ¿Cómo cambiar aquello que está tan lejos de sus posibilidades? De pronto entiende que no debe luchar contra su propia naturaleza.  Acepta su destino de árbol y comienza a apreciar las virtudes y ventajas. No debe buscar alimento ni lucha

Búsqueda

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Sabia luz que ilumina el universo dibujando la vida a su paso. El sonido de un reloj reseco despereza el silencio y abraza con sus manecillas el suspiro del tiempo. Retiene en la boca aquellas palabras que resuenan mudas,  profundamente. Y brilla único, libre, ávido de soles que amanezcan sus sombras. Desanda pisadas ajenas que confunden su audacia y dejan el deseo en carne viva. Hasta que por fin, en un adormecido rincón del mundo, abre el libro y bebe su historia. Momentos de vida plena, de vida llana, de vida muerta de horas simples,  de inexistente legado. Sentir duele, pero es una agonía humilde, sin verborragias ni silencios pretenciosos. Se enfrenta al reflejo y no escapa. Por primera vez, duerme. Y sueña con aquellas pisadas suaves, pequeñas, que acompañan su vuelo y alimentan su estancia. publicado en la antología "Amarillo" - SERseres ediciones - 2017 pág 116

La demolición

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No se explicaba lo que estaba sucediendo. De repente se sintió vacía. Esa ausencia de todo lo que siempre la había colmado, personas, objetos, la colocaban en una realidad aterradora.  ¿Qué estaba ocasionando esta situación? No lograba comprender. Ahora solo le quedaban los recuerdos, texturas y aromas de un tiempo que no volvería. Tendría que recomenzar, como ya lo había hecho en otras ocasiones. Volver a surgir de la nada, de la carencia que duele y lastima. A eso se disponía cuando los vio aproximarse. Sin respeto por su tristeza, sin notar siquiera la inquietud insoportable que le ocasionaban, comenzaron la tarea. Supuso que venían a ayudarla pero ese pensamiento duró apenas un instante. Un dolor insoportable laceró su costado mientras de diferentes ángulos le propinaban fuertes golpes. Iban desgarrándola poco a poco sin percatarse de aquello que acontecía en su interior. Lágrimas secas brotaron de su fuente y acompañaron la rápida caída. Entendió que ya nunca volvería a es

La cita

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Como cada tarde, el hombre gris llegó y se sentó en el mismo banco.  Desde allí miró el reloj de la estación de trenes.   Era un reloj grande, marrón, de agujas negras y tristes, rectas; el paso del tiempo le había desdibujado los números, por lo que era difícil imaginar cómo habían sido. Desde donde estaba sentado no escuchaba el “tic-tac”, solo veía el segundero que avanzaba siempre al mismo ritmo, marcando el paso de cada segundo, sin parar jamás; de un modo tedioso y desesperante. “Tic-tac, tic-tac” A medida que los minutos desfilaban, el andén iba cambiando su fisonomía.  Había llegado casi sobre la hora indicada; aun así, ese último minuto parecía eterno y terriblemente dinámico.  Siempre ocurría del mismo modo.  Como en un eterno déjà vu , en ese horario la emoción envolvía su piel; sus ojos recorrían el andén mientras espiaban el movimiento de la fina aguja que dejaba atrás esos últimos segundos y el “tic-tac” lejano le resonaba en la mente, al ritmo acelerado de s

La sombra

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El sinuoso movimiento de la llama hipnotizaba a la niña, quien observaba con ojos muy abiertos la danza dantesca. La luz de la vela siempre la atraía, especialmente por las sombras que proyectaba sobre la pared. Estaba meciéndose en la silla de la abuela, ubicada en la sala de la casona. Muebles de buena madera la flanqueaban y en las paredes podían observarse pinturas antiguas y retratos familiares. Toda la decoración indicaba el buen pasar de una familia burguesa de principios del siglo XIX. En una esquina de ese ambiente, una chimenea templaba el aire con su entraña ardiendo día y noche. Eran largos y tediosos los atardeceres de invierno, y el olor emanado por la cera al quemarse, transformaba el momento en algo mágico y tenebroso. Aun así, dado que mirar la vela era lo único que podía hacer una niñita de seis años mientras mamá preparaba la cena, dedicaba todos sus pensamientos a imaginar lugares, situaciones y hasta animales peligrosos que perseguían pequeños para comerlos. 

Fotografía - Serie Mujeres

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CoopArte CES - Saladillo - Marzo de 2018 La serie de fotografías a la que llame "Mujeres" surgió de la iniciativa del sector cultural de la CES "CoopArte" de mi localidad de residencia, Saladillo. Ésta serie fue compartida con el público con motivo del día de la mujer, en el mes de marzo de 2018. Mujeres en sus tareas habituales... actrices en un ensayo, policías, técnica en un laboratorio, maestra, estudiante, abuela, artista plástica, empleada, locutora... todas mujeres que cada día ponen lo mejor de ellas mismas en lo que hacen, con amor y pasión... Mujer. La mujer. Aquella que pare con amor. Cuida la vida. Ama el trabajo… Mujer que estudia,  juega, educa y contiene. Crea magia, ilumina  y da sentido a la vida… Mujer, que con la voz nos acompaña, en el arte nos aliena y nos eleva. La verás con mil disfraces envuelta en dramas y sonrisas

Las escondidas

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El juego consistía en esconderse. Alguien contaba hasta cien y los demás se ocultaban en algún un lugar para permanecer allí mientras eran buscados. Y el objetivo era llegar a “picar” antes de ser descubiertos… Ella escuchó la llave ingresando en la cerradura del departamento húmedo de llanto. Y buscó desesperada un lugar donde esconderse. Sabía que él encontraría un motivo, como siempre, para descargar contra ella las propias frustraciones.  Baño, cocina y un único ambiente conformaban la geografía de ese micro mundo en el cual habitaban. No había muchos lugares donde meterse y decidió salir al pequeño balcón donde estaba el lavarropas. Lo escuchó entrar y llamarla. Los pasos de él recorrieron veloces el lugar y se oían cada vez más apurados. Ansiosos. Violentos.  El corazón de ella latía muy rápido e intentaba contener la respiración para no ser descubierta. Uno, dos, tres, cuatro… Contaba los segundos, esperando llegar a cien y que ser descubierta resultase un jue

Las palabras

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Las palabras. Rebuscados conjuntos de letras que dibujan un pensamiento, siempre incompleto. Las palabras. Monarcas de la confusión, increíbles medios de incomunicación cuando de distancia se trata. Las palabras. Para algunos desbordan y no dicen.  Para otros significan una muerte sedienta de ellas, que no llegan, se esconden. Se dibujan soluciones en la mente, se transmuta su ausencia en ideas que al traducirse en términos rudimentarios, dejan una rara sensación de soledad. Miles de ellas llenan libros, musicalizan discursos, endulzan oídos con amores dudosos, acunan sueños infantiles y satisfacen multitudes carentes de medios para traducir con certeza la intensión. Capacidad, intelecto, ternura, comprensión, empatía, significado, plenitud. Rarezas de esa humana costumbre de poner todo en palabras, cuando la mayoría de las veces, estas raras señoras son las que sobran.   Justamente,  porque no alcanzan.... Texto publicado en "Voces de la

Mujer de soles

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Hibiscus de mi jardín Mujer de soles vestida de noche, de noche blanca, blanca de luna, de luna llena, de vientre lleno, lleno de amor. Mujer de soles que ríe tibia, tibia de ocaso, de amarillo y cobre. Mujer de soles que lucha y pare, que ama y bebe, que acuna y mata. Mujer de soles, que habita el brillo de cada rayo, quita el aliento, toma el alma y da la vida en cada gota que de ella emana. Mujer de soles que va sembrando, que crea y sufre, que escribe, hornea, que llueve y lava. Mujer de soles en cada pecho, en cada gesto, en cada mano que entibia, en cada piel que se entrega, en cada boca que habla. Mujer de soles...                            que calla. Fotografías gentileza de http://convergencias.com.ar/arte-vivo-una-invitacion-cultivar-arte-despertar-los-sentidos/ poema seleccionado para "Macrópticos" Compilado por Julián Kronn, poesías - 2017 - pág 90 poema publicado en "Claroscuro" - SerSeres

Algo de fotografía...

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Expuse esta serie de fotografías en la  Muestra de Arte 153° aniversario de Saladillo - Museo de Saladillo  Agosto de 2016 Jazmín de mi jardín Sorpresas que se encuentran mirando el pasto Sapo que me visita en las nochecitas     Increíbles tréboles flotantes descubiertos en salida de avistaje de flamencos En mi paredón del jardín

El ruido

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Eran las cuatro cuando Rosa se sentó a escribir frente a la computadora. Hacía tiempo que no lo hacía. Por diversos motivos, esta actividad que tanto le gustaba, había quedado en el olvido. Que no estaba tranquila. Que no se sentía bien. Que la inspiración había volado lejos. Concretamente, ni una sola idea surgía de su mente, en otros tiempos creativa hasta el exceso. Por todo esto, retomar se estaba haciendo difícil. Aunque no imposible. De repente se preguntó acerca de qué escribir. ¿Sería un cuento? ¿Un poema? ¿Un relato? Nada.  Mente en blanco.  Mente en blanco,  derivada de un océano de flores que brillan al sol.  Mente en blanco.  Vertiente interceptada por miles de mariposas coloridas.  Mente en blanco.  Poema de seis versos que no sabe adónde va…  —No, no es esto lo que quiero —se dijo en silencio—, necesito un tema… un tema acerca del cual escribir un cuento… En estas cavilaciones se encontraba cuando sintió un sonido fuerte que venía d

Trascender

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Era un río sumiso, de un transitar sutil y cuerpo casi invisible por lo cristalino. Hasta donde la mirada alcazaba a divisar, las curvas que dibujaba daban más vida al paisaje, que de tanta frescura por él entregada, era de un verde profundo y variado. A su paso, no solo regaba la orilla fecunda sino que también cumplía innumerables faenas: daba hogar y alimento a los peces, quienes aún sumergidos, destellaban al sol como perlas coloridas;  sostenía la vida vegetal, siempre anclada a su lecho amoroso, colmado de pequeños seres que solo conocían de su abundancia; llevaba de paseo, ayudado por la brisa, a troncos y ramas que tomaban un baño con destino incierto; y acompañaba el recorrido de aquellos botes y balsas que con respeto el hombre botaba en sus aguas. Desde el origen de la existencia, y allí donde no llegaba la memoria, había actuado de ese modo.  Manteniendo su cauce prolijamente, sin grandes oleajes presumidos, sin intentar pasar más allá de sus propios márgenes, que

Me presento

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¡Bienvenidos a mi espacio! Soy Adriana Salinardi. Analista de sistemas, docente, madre… Nací en Lomas de Zamora, viví en San Justo, Palermo y actualmente disfruto de la tranquilidad de Saladillo, provincia de Buenos Aires. “Mi vida está poblada de variadas expresiones del arte que, como pequeñas luces, me invaden e inspiran” “La literatura siempre estuvo presente en mi vida. Pero escribir comenzó a ser una actividad cotidiana hace siete años, y desde entonces me resulta vital dejar emerger aquellas palabras que se ordenan caprichosamente para compartir mundos y sensaciones” “Hay instantes en los cuales mi interior parece verse colmado de situaciones, figuras, de atisbos de mundos sumergidos que desean salir a la luz… Es entonces cuando tomo mi notebook o el celular y les permito surgir en letras; y, mientras los moldeo, disfruto imaginando que alguien, en algún momento, se apropiará de ellos y serán eternos…” Las letras llegaron primero. Luego fue la danza