La sombra

El sinuoso movimiento de la llama hipnotizaba a la niña, quien observaba con ojos muy abiertos la danza dantesca. La luz de la vela siempre la atraía, especialmente por las sombras que proyectaba sobre la pared. Estaba meciéndose en la silla de la abuela, ubicada en la sala de la casona. Muebles de buena madera la flanqueaban y en las paredes podían observarse pinturas antiguas y retratos familiares. Toda la decoración indicaba el buen pasar de una familia burguesa de principios del siglo XIX. En una esquina de ese ambiente, una chimenea templaba el aire con su entraña ardiendo día y noche. Eran largos y tediosos los atardeceres de invierno, y el olor emanado por la cera al quemarse, transformaba el momento en algo mágico y tenebroso. Aun así, dado que mirar la vela era lo único que podía hacer una niñita de seis años mientras mamá preparaba la cena, dedicaba todos sus pensamientos a imaginar lugares, situaciones y hasta animales peligrosos que perseguían pequeños para comerlos. 
Cada atardecer, se sumergía en historias de fantasmas, princesas y monstruos. La de ese día parecía ser menos interesante que otras, y en el momento exacto en que una sombra alargada abría la boca para devorar los huevos solitarios en el fondo de un nido, escuchó que mamá la llamaba a comer. El sonido de la voz pareció sobresaltar a la sombra, que se detuvo y observó a la niña atentamente. La pequeña intentó pararse y la oscura imagen se desplazó por la pared hacia el piso de la habitación hasta enroscársele en las piernas. Un grito agudo emergió de su garganta. Asustada y temiendo lo peor, dirigió la mirada hacia la llama de la vela. Vio como ésta aumentaba de tamaño y, en su interior, unos ojos de ocaso se entornaban, mirándola. Intentó llamar a su madre. Clamó desfalleciente. Esa forma gris le cubrió el cuerpo hasta hacerla desaparecer. 
Cuando la señora, curiosa ante la demora de la niña, ingresó a la sala, solo vio los muebles oscuros iluminados por la luz tenue de una vela, cuya llama apenas se mecía, mortecina, proyectando una imperceptible pincelada de humo sobre la blanca pared…

publicado en la antología  "Voces de la llanura" - TAHIEL Ediciones - 2017 pág 184

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